martes, 29 de abril de 2008


Lanita gato vivía en la isla grande, donde estaban muchos pueblos famosos como nueva york o Frankfort.

domingo, 17 de febrero de 2008

Por fin el viento cedió… Apunte 2


Porque vicente era un gato que podía quedarse pensativo mirando las cosas por largos ratos. Cuando estaba trabajando en la huerta, por ejemplo, de un momento a otro se quedaba mirando los cerros, los árboles, la caja de herramientas, las flores o las hojas, después iba a buscar su cuaderno y hacía dibujos. Tampoco era raro que se pusiera a mirar el aire delante suyo, porque el aire palpita o hace palpitar finas manchas de de energía, que caen como la lluvia o se expanden desde un centro, y a veces tienen colores.

No era un trabajador muy productivo, como se puede desprender, pero así como dios le da un don a cada uno, a él le había dado la tranquilidad, vista la cual un matrimonio adulto, la señora Carmen Berenjena y don Horacio Lobo , que vivían hace tiempo en Lanchas Rápidas, que era el pueblo de vicente, le propusieron que se fuera a vivir a una casa que ellos tenían en la franja, en la tierra de Mansilla, para que la cuidara, y para que plantara el huerto, pero solamente si quería, porque plantar el huerto no era la obligación, sino cuidar la casa, el caballo, las gallinas, el loro y el perro. Hicieron un contrato, un sueldo mensual y previsión social. Vicente consideró la mitad de todo esto el derecho natural por su trabajo, y la otra mitad un regalo del destino, porque él tenía a su novia, Anita Gato o lanita gato, como todos le decían, y con este trabajo ellos dos podrían llegar a vivir juntos dentro de poco.

martes, 5 de febrero de 2008

Por fin el viento cedió. Primer apunte para una historia del gatovicente


Por fin el viento cedió de soplar tan fuerte, y poco a poco fue suavizándose a través de las olas, no hasta la calma y la paz de una noche cálida de verano, pues recordemos que ya estaba entrado el otoño, pero sí hasta hacer navegables las aguas del gran canal que separaba la estrecha franja de continente, donde comienza nuestro relato, de la isla grande que se extiende verde y silenciosa frente a ella. El campesino vicente, solitario y pensativo, pues su mente estaba llena de palabras que él mismo decía, y de imágenes que veía, llegó a la ensenada que le llaman “la ensenada Mansilla o de los botes”, para buscar la lancha que lo llevará a la isla, cruzando este canal que le llaman “la espalda de la ballena” porque ahí sí que las olas se agitan y corcovean, y allí el viento, dueño de todo el espacio, sopla como quiere, o sea todo lo fuerte que el viento sopla en este lugar de lluvias y vientos, tormentas de mar y grandes aguas agitadas. Uno se puede imaginar lo que son las tormentas y los vientos al otro lado de la gran isla, donde no queda ya más tierra y todo es mar abierto que no se acaba, porque es el inmenso Océano Pacífico. Y en esas imaginaciones se absorbía a menudo nuestro gato.